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Preguntas Frecuentes



1. Diferencias y conceptos técnicos

Las microfibras son fibras de diámetro fino y longitud corta (generalmente de 6 a 25 mm), diseñadas para actuar en el estado fresco del hormigón, controlando la fisuración plástica y mejorando la cohesión. Las macrofibras, en cambio, tienen mayor longitud y resistencia, y aportan capacidad de carga post-fisura, actuando como refuerzo estructural secundario.

Las microfibras no reemplazan refuerzos estructurales como mallas o barras; actúan en fases tempranas del hormigón. Las macrofibras sí pueden reemplazar mallas electrosoldadas u otros refuerzos secundarios, especialmente en elementos como losas, pavimentos o túneles, siempre que el diseño lo justifique y se cumpla con normas técnicas.

Las fibras sintéticas no se oxidan, no agregan peso al diseño, no interfieren con acabados y son resistentes a ambientes agresivos. También reducen el desgaste en los equipos de mezcla y bombeo. Las fibras metálicas, si bien ofrecen alta resistencia, pueden oxidarse con el tiempo y afectar la durabilidad del hormigón.

La dispersión tridimensional significa que las fibras sintéticas, al mezclarse con el hormigón, se orientan de manera aleatoria en las tres direcciones del espacio (x, y, z).

Esto garantiza que:

  • El refuerzo se distribuya en todo el volumen del hormigón, no solo en una zona o dirección.
  • Se controle mejor la fisuración por retracción plástica y térmica.
  • El hormigón gane resistencia y durabilidad uniforme, en cualquier punto de la pieza o estructura.

Depende de la función que se busca reforzar. Si el objetivo es evitar fisuras tempranas y mejorar la trabajabilidad, las microfibras son la opción adecuada. Si se necesita resistencia post-fisura o reemplazar refuerzos secundarios, las macrofibras son recomendadas. También influyen el espesor de la pieza, tipo de tráfico y exposición del hormigón.

 En muchos casos, ambas fibras pueden utilizarse en conjunto, combinando los beneficios en estado fresco y endurecido sin generar inconvenientes en la mezcla o colocación.

Las microfibras controlan la fisuración plástica en las primeras horas del fraguado, evitan grietas superficiales y mejoran la cohesión interna, aportando durabilidad y resistencia superficial sin alterar la trabajabilidad. Si comparamos el costo-beneficio, su valor es notablemente inferior al perjuicio que genera una superficie fisurada o deteriorada. Por su acción tridimensional y su capacidad de mejorar el comportamiento plástico, muchos ingenieros las consideran indispensables incluso en hormigones convencionales

No. Las macrofibras varían según su longitud, forma, material y exigencia de resistencia residual: algunas requieren entre 0,8 y 1,6 kg/m³ para cumplir normas como ASTM C1609, mientras que otras, para rendimientos equivalentes, necesitan dosis mayores (2–4 kg/m³). Esto impacta directamente en el costo y el diseño 

Sí. El uso combinado de microfibras y macrofibras es totalmente compatible y, de hecho, aporta beneficios complementarios:

  • Las microfibras  controlan la fisuración temprana por retracción plástica y térmica, además de mejorar la cohesión de la mezcla y el acabado superficial.
  • Las macrofibras actúan en etapas posteriores, aportando resistencia residual y capacidad portante post-fisuración, reemplazando en muchos casos la malla electrosoldada.

Las microfibras reducen significativamente la formación de microfisuras causadas por retracción plástica, viento, insolación o baja humedad relativa durante el curado. Estas grietas, aunque superficiales, son la principal vía de ingreso de agua y agentes agresivos que deterioran el hormigón a lo largo del tiempo. Al controlar este fenómeno desde el interior de la mezcla, las fibras mejoran la durabilidad, disminuyen la permeabilidad y reducen el mantenimiento posterior. Por eso se recomiendan especialmente en pisos expuestos al sol, estructuras exteriores, rampas, tanques, piscinas y canales. 


2. Aplicaciones prácticas

Las microfibras son ideales para morteros, revoques, carpetas, elementos prefabricados livianos y hormigones de baja sección, donde se busca controlar la fisuración plástica, mejorar la cohesión y la durabilidad superficial. Actúan en el estado fresco y las primeras horas de fraguado.

Las macrofibras se utilizan en pisos industriales, túneles, muros, losas estructurales y shotcrete, donde se requiere resistencia residual post-fisura, ductilidad y reemplazo parcial o total del acero. Se eligen por su capacidad de aportar refuerzo estructural y durabilidad a largo plazo.

Sí, las fibras son altamente efectivas en hormigón proyectado, ya sea por vía seca o húmeda. Las macrofibras estructurales mejoran el anclaje post-fisura y permiten reducir o eliminar mallas de contención, lo cual agiliza la ejecución en túneles, taludes o revestimientos.

Las microfibras, por su parte, ayudan a controlar el polvo, reducen la retracción plástica y mejoran la cohesión inicial, favoreciendo la adherencia del material al sustrato.

La elección de tipo y longitud de la fibra depende del espesor proyectado, el tipo de soporte y los requisitos estructurales del diseño.

Sí, las fibras sintéticas están ampliamente utilizadas en estos tipos de aplicación.

En pisos industriales, las macrofibras estructurales de 50 mm reemplazan refuerzos tradicionales como mallas o barras, controlando la fisuración y aportando resistencia residual.

Para revoques, morteros cementicios y carpetas de nivelación, las microfibras de 6 a 12 mm mejoran la cohesión y previenen microfisuras por retracción plástica.

En prefabricados, tanto las micro como las macrofibras se emplean según el tipo de pieza: elementos livianos y decorativos utilizan fibras cortas, mientras que paneles o bloques estructurales requieren refuerzo con macrofibras más largas. 

Sí, tanto las microfibras como las macrofibras son compatibles con revoques de mayor espesor o exigencia técnica. Las microfibras mejoran la cohesión de la mezcla, evitan la segregación y ayudan a controlar la fisuración por retracción plástica, muy común en superficies expuestas o en revoques aplicados en condiciones extremas.

Cuando se busca aumentar el espesor o mejorar la resistencia post-fisura, el uso de macrofibras flexibles de 12 o 25 mm puede ser una alternativa efectiva, sobre todo en revoques técnicos, industriales o con cargas mecánicas específicas.

Además, la incorporación de fibras reduce el desprendimiento y mejora la durabilidad de los recubrimientos, sin afectar la trabajabilidad del mortero. 

Sí, las fibras FIBRASI son especialmente recomendadas para elementos prefabricados, tanto estructurales como no estructurales. En este tipo de piezas, la fisuración por retracción plástica, los movimientos térmicos iniciales y las tensiones de desmoldeo pueden comprometer la integridad del producto.

Las microfibras ayudan a controlar esas fisuras tempranas, mejorando la uniformidad dimensional y la estabilidad superficial. En cambio, las macrofibras flexibles, como las de 25 o 50 mm, son útiles en piezas más exigentes, como paneles, muros o losas premoldeadas, donde se busca aumentar la resistencia residual o sustituir refuerzos tradicionales.

El uso de fibras también permite acelerar la producción, reducir refuerzos metálicos y mejorar el acabado, especialmente en piezas de diseño complejo o delgadas.

Sí, las fibras pueden emplearse eficazmente en viviendas. Las macrofibras de 50 mm son ideales para plateas, entradas vehiculares y losas exteriores, donde reemplazan mallas y controlan fisuras. En cambio, las microfibras funcionan mejor en pisos alisados, carpetas niveladoras y revoques, reduciendo fisuración plástica y mejorando la cohesión. Ambas pueden usarse de forma complementaria, optimizando el rendimiento del hormigón sin alterar el método constructivo. 

Sí, tanto las microfibras como las macrofibras de polipropileno pueden emplearse en ambientes húmedos, exteriores o sumergidos, ya que no absorben agua, no se degradan y son resistentes a los rayos UV. Estas características aseguran su estabilidad en tanques, piscinas, veredas expuestas o muros exteriores, donde las condiciones climáticas y la humedad constante pueden comprometer refuerzos tradicionales. 

La elección depende del tipo de carga y espesor. En plateas, contrapisos estructurales o entradas vehiculares, se recomienda utilizar macrofibras de 50 mm, por su capacidad de controlar fisuración y aportar resistencia residual significativa, incluso reemplazando mallas. En cambio, en carpetas finas, pisos alisados o de poco espesor, las microfibras resultan ideales: mejoran la cohesión, reducen fisuras plásticas y permiten un acabado superficial más homogéneo. .

En instalaciones agropecuarias, los pisos de hormigón están expuestos a condiciones altamente exigentes: pisoteo constante, humedad permanente, presencia de orina y agentes agresivos, además de la frecuencia de lavado a presión. Aunque en muchos casos se utilicen hormigones de resistencia media o baja, la incorporación de macrofibras de alta performance —en dosificaciones superiores a las habituales— permite aumentar significativamente la tenacidad y resistencia superficial, reduciendo el desgaste por abrasión y evitando la aparición prematura de fisuras. También mejoran la durabilidad frente a ciclos térmicos y químicos típicos de estos entornos. Son una solución efectiva y económica para reducir mantenimientos y prolongar la vida útil de los pisos en tambos, corrales, galpones o zonas de carga.  

Sí, especialmente las microfibras de polipropileno, que se incorporan en pequeñas dosis para mejorar la cohesión, evitar la segregación de los materiales y controlar la fisuración plástica durante el fraguado. En piezas delgadas y con formas irregulares, como macetas, jardineras o canteros ornamentales, las microfibras aportan estabilidad dimensional, mejor terminación superficial y mayor resistencia al manipuleo. Además, al tratarse de elementos muchas veces moldeados de forma artesanal o en prefabricación ligera, las fibras permiten prescindir de refuerzos metálicos, reduciendo costos y evitando puntos de oxidación a futuro. 

Sí, en aplicaciones específicas el uso de macrofibras de 12 mm puede ser muy beneficioso en hormigón celular o espumado. Este tipo de hormigón, por su alta relación agua/cemento y estructura altamente porosa, presenta niveles elevados de retracción por secado, junto con una resistencia temprana más baja. Esto lo vuelve particularmente susceptible a fisuras plásticas y deformaciones durante las primeras etapas de fraguado. La incorporación de macrofibras flexibles genera una red tridimensional que mejora la cohesión interna, reduce la fisuración y proporciona mayor estabilidad dimensional al elemento. Además, en aplicaciones como paneles, bloques o elementos sometidos a manipulación temprana, las fibras ayudan a resistir impactos y a mantener la integridad del producto. Estas recomendaciones se fundamentan en publicaciones técnicas y experiencias de obra reales. 


3. Dosificación y colocación

La dosificación depende del tipo de fibra y del objetivo funcional dentro del hormigón o mortero.

En el caso de las microfibras, la dosificación más habitual es de 600 gramos por metro cúbico (g/m³) de hormigón, cantidad suficiente para controlar la fisuración plástica y mejorar la cohesión de la mezcla. Sin embargo, existen aplicaciones más exigentes (como pisos industriales o elementos con exposición severa) donde se recomienda aumentar la dosis a 900 g/m³.

Cuando se trabaja con hormigoneras de obra, también puede utilizarse como referencia una dosificación por bolsa de cemento: 90 a 110 gramos por cada bolsa de 50 kg.

Es importante remarcar que, en productos como pinturas fibradas, macetas, paneles premoldeados o morteros técnicos, las dosificaciones deben ajustarse al tipo de matriz, espesor y método de colocación. En estos casos, es recomendable seguir las indicaciones del fabricante del producto final y realizar ensayos preliminares para validar el comportamiento de la mezcla.

La dosificación de macrofibras no es uniforme, ya que depende del tipo de fibra utilizada y del nivel de resistencia residual que se busque alcanzar. A diferencia de las microfibras —cuya función principal es controlar la fisuración plástica—, las macrofibras actúan como refuerzo estructural, por lo que su dosificación debe estar respaldada por ensayos de flexión bajo normas específicas (como la EN 14651 o ASTM C1609).

En el caso de FibraSI MACROFLEX, una macrofibra flexible de alto desempeño, los estudios muestran que se logran buenos resultados con dosificaciones de entre 0.8 a 1.6 kg/m³, dependiendo del tipo de aplicación y de la resistencia del hormigón base. En cambio, muchas macrofibras de tipo rígido —especialmente aquellas con geometrías más rectas o cortas— requieren entre 2,5 y 3,5 kg/m³ para alcanzar niveles de desempeño similares, lo que impacta directamente en los costos y el comportamiento de la mezcla.

En aplicaciones específicas como premoldeados, la dosificación puede variar significativamente según el tipo de pieza, su geometría, las cargas que debe soportar y el método de desmolde. Por eso, en estos casos se recomienda consultar con el proveedor técnico de las fibras y realizar ensayos de validación en laboratorio o planta piloto.

 

Las microfibras pueden incorporarse tanto en planta como en obra, ya sea en mezcladoras, trompos o mixers. Gracias a su diseño y peso reducido, tienen una excelente capacidad de dispersión tridimensional dentro de la mezcla. Para lograr una incorporación homogénea, se recomienda añadirlas de manera paulatina y disgregada, evitando volcar todo el contenido de la bolsa de una sola vez.

Una estrategia eficaz consiste en añadir una pequeña cantidad de agua al tambor, luego la fibra, mezclar brevemente y posteriormente incorporar los áridos y el resto del agua. Si los materiales ya están en la mezcladora, se debe asegurar que la fibra se incorpore lentamente y que el amasado continúe al menos durante 10 minutos. Este procedimiento evita la formación de grumos o nudos, y garantiza que la fibra se distribuya de manera pareja en todo el volumen.

Las macrofibras, por su mayor longitud y rigidez relativa, requieren una incorporación más cuidadosa que las microfibras. En el caso de FibraSI MACROFLEX, una fibra flexible con excelente comportamiento de mezcla, pueden incorporarse vaciendo las bolsas directamente una tras otra, tanto en planta, en forma simultánea con los áridos o después de su incorporación total, como en obra, sin necesidad de disgregarlas manualmente. Su geometría y superficie permiten una dispersión eficaz, sin generar acumulaciones ni “erizos”.

En obra es recomendable prolongar el amasado al menos 5 minutos luego de la incorporación de la última bolsa, a fin de asegurar una distribución homogénea de las fibras antes del vertido.

Por otro lado, en el caso de macrofibras rígidas o de geometrías complejas, es fundamental extremar los cuidados: deben agregarse de forma paulatina, especialmente si los áridos ya están presentes en la mezcla, para evitar la formación de aglomeraciones o bolas de fibra que dificulten el mezclado. En estos casos, puede ser necesario un tiempo de amasado mayor o incluso el uso de sistemas de premezcla o incorporación controlada, con el objetivo de lograr una distribución eficiente y evitar defectos en el hormigón final.

Para asegurar un óptimo desempeño del hormigón reforzado con fibras, es fundamental seguir una serie de pasos técnicos que garanticen la correcta colocación y terminación del sistema:

1. Preparación de la superficie: compactación y entoscado

Es indispensable realizar una compactación firme y uniforme del terreno, ya sea mediante entoscado o subbase granular estabilizada. Esto asegura una base sólida que evite asentamientos diferenciales y transmita correctamente las cargas al suelo. En superficies que recibirán tránsito o maquinaria, una base mal preparada puede anular cualquier refuerzo posterior.

2. Colocación de membrana de polietileno (200 micrones)

Se recomienda colocar un film de polietileno negro de al menos 200 micrones entre la base y el hormigón. Esta barrera impide la pérdida prematura de agua por absorción en el suelo, lo que reduce el riesgo de fisuración por retracción plástica, mejora el curado inicial y contribuye a un desarrollo más eficiente de resistencias.

3. Dosificación del hormigón acorde a las exigencias de carga

El diseño del hormigón debe ajustarse al tipo de uso previsto: tránsito liviano, industrial, almacenamiento, maquinaria, etc. En cada caso se debe contemplar la resistencia mecánica, el espesor de la losa y la dosificación adecuada de fibras (micro o macro) para controlar la fisuración y aportar resistencia post-fisura.

4. Asentamiento controlado: preferentemente menor a 15 cm (test de asentamiento )

Un asentamiento excesivo puede provocar que las fibras se orienten horizontalmente o que se acumulen en la superficie. Lo ideal es mantener el asentamiento en 12–15 cm o inferior, utilizando aditivos plastificantes o superplastificantes si se requiere mejorar la trabajabilidad, sin agregar agua adicional. Esto asegura una correcta dispersión tridimensional de la fibra en todo el volumen del hormigón.

5. Terminación superficial: uso de plato, llana y técnicas finales

La superficie debe alisarse inicialmente con plato helicoidal o llana mecánica para generar una base uniforme. Luego se puede aplicar cuarzo, endurecedores u otros acabados superficiales. En caso de que algunas fibras queden expuestas, es habitual realizar un sopleteo liviano o quemado superficial, que elimina el exceso sin alterar la integridad del refuerzo.


4. Propiedades técnicas y desempeño

Las fibras actúan como un refuerzo disperso tridimensional que controla la propagación de fisuras desde las primeras etapas del fraguado. Su capacidad para interceptar y redirigir microgrietas incipientes permite al hormigón resistir mejor tensiones internas originadas por retracción, cargas puntuales o cambios térmicos.

En el caso de las microfibras, su elevada superficie específica mejora la cohesión del mortero u hormigón fresco, disminuye la segregación y reduce la fisuración plástica, lo que da como resultado una superficie más estable y duradera. También contribuyen a reducir la permeabilidad del hormigón, limitando el ingreso de agua y agentes agresivos, y mejorando así su durabilidad a largo plazo.

Las macrofibras, por su parte, actúan en el comportamiento post-fisura, absorbiendo parte de la energía de deformación y aportando resistencia residual a la tracción. Esto se traduce en un hormigón más tenaz, con mayor capacidad de carga luego del agrietamiento, ideal para aplicaciones estructurales o industriales sometidas a cargas dinámicas o impactos.

Ambos tipos de fibra, correctamente seleccionados y dosificados, extienden la vida útil del hormigón, disminuyen el mantenimiento y refuerzan su desempeño integral frente a condiciones exigentes.

Las fibras actúan como una armadura tridimensional distribuida en todo el volumen del hormigón, capaz de interceptar y controlar la aparición y propagación de fisuras. Este efecto se traduce en una mayor integridad estructural, tanto en estado fresco como endurecido.

Las microfibras, por su menor tamaño y alta superficie específica, son especialmente efectivas para reducir la fisuración por retracción plástica y mejorar la cohesión de la mezcla, minimizando la segregación. Esto da como resultado una matriz más homogénea y menos permeable, con una superficie más estable y durable.

En cambio, las macrofibras aportan resistencia post-fisura, mejorando la tenacidad y la capacidad de carga después de que el hormigón ha fisurado. Esto resulta esencial en losas, pavimentos y elementos industriales o de contención, donde el refuerzo estructural continuo es clave.

La combinación adecuada entre tipo de fibra, longitud, dosificación y colocación correcta permite obtener hormigones más resistentes, durables y adaptados a exigencias específicas, incluso en ambientes agresivos o con ciclos repetidos de carga y descarga.

El comportamiento de las fibras en el hormigón está respaldado por normas internacionales específicas, diseñadas para evaluar su aporte en distintos aspectos del desempeño.

En el caso de las macrofibras, el parámetro más importante es la resistencia residual a flexión, medida principalmente mediante el ensayo EN 14651 (Método de ensayo para la determinación de la resistencia a tracción en flexión de vigas con entalla) o el ASTM C1609, que analiza la carga post-fisura en vigas con hendidura central. Estos ensayos permiten establecer curvas de comportamiento y clasificar fibras según su capacidad estructural.

Para las microfibras, si bien no se busca un aporte estructural, su eficacia se valida mediante ensayos relacionados con la fisuración por retracción plástica, como el ASTM C1579, o a través de estudios de cohesión, segregación y permeabilidad, en base a protocolos de laboratorio y estándares de control de calidad.

Además, el uso de fibras debe integrarse a diseños de mezcla y dosificación basados en normas generales del hormigón como ACI 544, Eurocode 2 o especificaciones de entidades locales, como CIRSOC o LNEC.

FIBRASI desarrolla sus productos con respaldo de estos marcos normativos, realizando ensayos internos y externos que garantizan consistencia, desempeño y trazabilidad técnica.


5. Sustitución de malla y ventajas operativas

Sí. Las macrofibras sintéticas estructurales de FIBRASI están formuladas para reemplazar refuerzos secundarios, como mallas electrosoldadas o fibras metálicas, especialmente en pavimentos, losas, plateas, prefabricados y elementos proyectados.

Su alto módulo de elasticidad, su capacidad para absorber energía post-fisuración y su dispersión tridimensional en la masa de hormigón permiten controlar la apertura de fisuras y mejorar significativamente el desempeño estructural post-agrietamiento.

Además, ofrecen ventajas técnicas y operativas frente al acero:

  • No se oxidan, por lo que no requieren recubrimiento ni generan puntos de corrosión.
  • Son resistentes a ambientes alcalinos y ácidos, conservando su integridad incluso en condiciones químicamente agresivas.
  • Tienen resistencia térmica: soportan temperaturas de hasta 160–170 °C sin perder su funcionalidad estructural.
  • No se degradan por radiación UV, lo cual permite su uso en superficies expuestas.
  • Aportan tenacidad frente a impactos y vibraciones, absorbiendo esfuerzos de forma distribuida.
  • Reducen los tiempos y costos de colocación al eliminar el corte, manipulación y armado de mallas.

Estas fibras deben ser dimensionadas con respaldo técnico a través de ensayos de flexión, como los definidos por EN 14651 o ASTM C1609, lo que garantiza una sustitución segura, eficiente y normativamente validada del acero tradicional.

El uso de fibras sintéticas, tanto micro como macrofibras, puede optimizar significativamente los costos y los tiempos de ejecución de una obra, especialmente cuando reemplazan refuerzos tradicionales como mallas o fibras metálicas.

Desde el punto de vista económico, aunque el costo unitario de las fibras puede parecer elevado, su dosificación suele ser menor que la de otros refuerzos, y eliminan múltiples etapas de trabajo: no se corta, no se transporta, no se acomoda ni se fija como una malla. Además, reducen el riesgo de errores de colocación, lo que también minimiza patologías futuras.

En cuanto al tiempo de obra, su aplicación simplifica la logística general. No hay acopios ni demoras por armado de mallas, y la incorporación al hormigón se hace directamente en planta o en obra, sin requerimientos especiales. Esto es clave en pavimentos industriales o proyectos con alta rotación de equipos, donde cada minuto operativo tiene valor.

Finalmente, al reducir la fisuración temprana y aumentar la durabilidad superficial, se evita la necesidad de retrabajos o mantenimientos tempranos, lo cual disminuye los costos a largo plazo y mejora el retorno de inversión del proyecto.

Sí. Las fibras de polipropileno utilizadas en los productos FIBRASI presentan una excelente resistencia a la corrosión y a la exposición solar (rayos UV) gracias a las propiedades intrínsecas del material con el que se fabrican.

El polipropileno es un polímero inerte, que no reacciona con el agua, los álcalis ni la mayoría de los ácidos presentes en el hormigón, lo que lo convierte en un material altamente resistente al deterioro químico. A diferencia de los refuerzos metálicos, no sufre oxidación, lo que lo hace ideal para ambientes agresivos, zonas de alta humedad o estructuras expuestas al agua y a condiciones extremas.

Además, el polipropileno posee una alta estabilidad frente a la radiación ultravioleta, lo que permite que las fibras puedan emplearse en aplicaciones expuestas a la intemperie sin sufrir degradación superficial ni pérdida de propiedades con el paso del tiempo. Esto las hace aptas para obras exteriores, prefabricados o cualquier elemento almacenado o curado al aire libre.

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